Lo de Oscarcito

Me perdí el turno que me dieron hace tres meses porque cuando iba a salir, me di cuenta de que no tenía más carga en la Sube. ¡También yo! como una confiada se la presté a mi nieta el otro día y me la devolvió a último momento. No va que cuando estoy por salir me doy cuenta, tuve que despertarla, dormía como un lirón. Al final logré que se levantara y la buscara entre sus cosas, con el despelote que tiene es imposible encontrar algo, aparte si le revuelvo después cuando está fresca se enoja. “Ah, pero no tiene más carga”, me dice cuando yo ya tenía que estar tomando el colectivo. No me quedó otra que ir a lo de Oscarcito, para colmo a esa hora la Martita no está y no hay quien lo ayude para que me atienda rápido. Ay, casi me sube la presión cuando lo vi sentado en el comedor, encima yo ya había tocado el timbre y como una pavota no me di cuenta de mirar antes por el vidrio. Si por lo menos hubiera estado preparado para atenderme, hubiera hecho mucho más presto. ¡Pero no, estaba tomando el desayuno! Me vio por el vidrio y se le cayó la taza de los nervios. Quiso agarrar la muleta y se le volcó el café, pobre, porque además de paralítico es bastante torpe con la parte de arriba. Yo no sé por qué tiene los dedos tan duros, después me enteré de que se había quemado. Pero él no no se quejó ni nada, intentó disimular. Pero la Martita me dijo que así va a aprender de una vez por todas a no tomar el café tan caliente, lo único que le falta es agarrarse una úlcera. La cosa es que no llegaba a agarrar el servilletero, trataba de empujar el tronco para adelante pero no le daba el largo del brazo, así que el pobre ya estaba todo colorado. Imaginate yo, empecé a sudar. En PAMI me dieron este turno hace tres meses, la secretaria me había pedido que llegue temprano porque los miércoles el dotor da clase en la facultad. Yo pensaba que si seguía así la cosa me iba a tener que tomar un taxi hasta la guardia para que me atendieran de la presión. Ni que hubiera escuchado mis pensamientos que Oscarcito se las arregló para limpiarse con el saco que tenía apoyado en el respaldo y agarró las muletas. ¡Ay Dios mío, lo que tardó en pararse y llegar hasta la parte del kiosko! Seguro que en ese ratito pasaron tres colectivos, y eso que lo que tarda el setenta… Ahora, fijate vos lo que es la vida, Martita estaba chocha cuando nació Oscarcito, claro, era tan lindo y ella tan feíta pobre, que no sabíamos a quién había salido. Bueno, parece que al padre, pero igual nunca lo conocimos… Claro, el bebé nació sietemesino y en lugar de dejarlo calientito en la casa, no va que enseguida salió a pasearlo por todo el barrio. Para mí que era porque tan fea era la Martita, la pobre tan desgraciada y encima madre soltera, que lo vio tan lindo con esos ojos azules que quiso darle su merecido a todas las malas lenguas. Y lo paseaba de acá para allá. Y ahí tenés, nunca caminó, a la final quedó paralítico. Mirá que le recomendamos que le diera miel con nueces para fortalecer los huesos, la Rosita le curó la ojeadura, de todo le hicimos, pero el pobre nunca caminó. Lo operaron varias veces y gracias a eso pudo empezar a andar en muletas, pero del comedor a la ventana que da al kiosko… Y, como te dije, tarda tanto que me hizo perder el turno del PAMI.

Sol Baraldini

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